Capítulo 8: La Generosidad
Si los seres supieran, igual que yo, las consecuencias de dar y compartir, no comerían sin antes haber compartido, y la mancha del egoísmo no abrumaría sus mentes. Aunque fuera su último bocado, no comerían sin antes haber compartido, si hubiese algún necesitado quien recibiera su dádiva.
Itivuttaka 26
La práctica de la generosidad, (la palabra generosidad en el idioma Pali es dana) tiene un lugar preeminente en las enseñanzas del Buda. Cuando el Buda formuló una serie de prácticas graduales para lograr el progreso espiritual, sugirió como primer paso la práctica de la generosidad. Basándose en este fundamento un adepto podría desarrollar a fondo una vida ética. Luego, según el Buda, el practicante debería aprender a serenar la mente. Después se proseguía aadquirir la sabiduría por medio de otras prácticas, las cuales, apoyadas por una mente serena y estable, conducirían a la iluminación. Como paso final, una vez que una persona había sido iluminada, el Buda le instaba a salir y prestar servicio a otros seres, es decir, a practicar la generosidad de nuevo. Como podemos ver entonces, el sendero Budista empieza y concluye con esta misma virtud.
La palabra dana se refiere tanto a la acción de ser caritativos como a la donación o el regalo mismo. El Buda también usó en su discurso sobre dana la palabra Pali caga que se refiere a la virtud interior de la generosidad. El uso de la palabra caga es especialmente importante pues también significa abandono, sacrificio y renunciamiento. El ser generoso implica dar más de lo requerido, de lo acostumbrado o de lo que se podría esperar relativo a nuestros recursos o circunstancias. Por supuesto que requiere abandonar la tacañería, el apego y la codicia. Pero también implica sacrificar algo que corresponde a nuestros propios intereses, algo al cual le otorgamos mucho valor personal. El Buda enfatizó que la eficacia espiritual de un regalo no tiene que ver con la cantidad que se regala sino con la actitud con que se hace el regalo. Unadonación pequeña, pero económicamente comprometedora, proveniente de una persona de pocos recursos tiene mayor consecuencia espiritual que una contribución cuantiosa pero personalmente insignificante de parte de una persona adinerada.
El Buda enseñó que en el caso de los laicos tanto la adquisición justa de bienes materiales como el logro lícito de la seguridad económica son elementos sabios paravivir vidas felices. Pero no consideró que la riqueza constituía un fin en sí mismo. El valor de los bienes está relacionado con su uso. El Buda asemejó a una persona que gozaba de sus bienes sin compartirlos a una persona que cavaba su propia tumba. El Buda también dijo que una persona que obtenía sus bienes honestamente y los compartía con los necesitados era como una persona con dos ojos. La persona tacaña era como una persona con un sólo ojo.
El Buda comprendió que el compartir con los demás produce muchos méritos tanto en esta vida como en las que han de venir. Si bien para muchos practicantes del Budismo en el Occidente las enseñanzas sobre la adquisición de mérito espiritual y las vidas futuras no tienen mucha validez, aun así, estas enseñanzas nos ayudan a comprender las distintas maneras en que nuestras acciones tienen repercusiones naturales en esta vida no solo para otros sino para nosotros mismos.
Por ejemplo, una de las formas en que nuestras propias acciones generosas inciden sobre nosotros se explica con el concepto Budista de “karma instantáneo,” la idea de que todo lo que hacemos tiene consecuencias inmediatas en nuestra mente y nuestro corazón. Como ilustración, cuando damos un regalo o prestamos algún servicio recibimos el beneficio directo de sentir el gozo o agrado que acompañan el compartir. Siempre y cuando estamos bien atentos a lo que nos está ocurriendo en el momento presente, recibimos “buen provecho” al actuar con generosidad.
El Buda enfatizó la felicidad que existe cuando somos generosos. El dar a otras personas no se hace solo por obligación, o con reticencia o de mala gana. Más bien dana debe ocurrir cuando el que da “se deleita antes, durante y después de dar.”
En la tradición Budista dana significa dar a otros libremente sin esperar reciprocidad. El dar a otros es algo que se hace puramente por compasión o buena voluntad, o porque se desea el bienestar de la otra persona. Quizás dana tiene más que ver con lo que somos que con lo que hacemos. Por medio de la generosidad cultivamos un espíritu generoso. Un espíritu generoso usualmente genera acciones generosas, pero el ser una persona generosa es más importante que cualquier acción dadivosa en particular; porque después de todo, es posible dar a otros sin que la acción sea generosa.
Aunque el dar con el propósito de ayudar a otros es una parte importante de la motivación y el gozo de compartir, el Buda consideró que el motivo más importante era lograr la iluminación o Nirvana. El Buda dijo “uno da obsequios para adornar y embellecer la mente.” Es decir, al ser generosos cultivamos otras cualidades espirituales que conducen a nuestra iluminación. Entre estos adornos está el no-apego, la bondad, y la preocupación por el bienestar de los demás.