Capítulo 16: La Atención Plena De Las Intenciones
Los seres son
Dueños de su karma
Herederos de su karma
Nacidos de su karma
Relacionados a su karma
Apoyados por su karma.
Cualquier karma que hagan, sea para bien o para mal,
De él son herederos.
Anguttara Nikaya V.57
El budismo nos presenta un desafío: ¿será posible vivir una vida sin sufrimiento? Una de las formas más directas de traer tranquilidad y felicidad a la práctica de la atención plena y a nuestras vidas consiste en la exploración de nuestras intenciones. Si bien nuestras actividades tienen consecuencias tanto en el mundo externo como el interno, la felicidad y la libertad que el buda señaló corresponden al mundo interno de nuestras intenciones y disposiciones. Esta es una de las razones principales que el buda enfatizó el atender a nuestras intenciones.
La práctica Budista promueve una apreciación profunda por el presente, una característica que fortalece nuestra habilidad para responder con creatividad al momento en vez de actuar según nuestros hábitos y disposiciones. La atención plena nos da el poder de elegir nuestras acciones en vez de estar controlados por nuestros impulsos. Entre más entendemos nuestras intenciones, más libertad tendremos para escoger cual acción tomar. Las personas que no ven sus opciones no saben que las tienen. Tienden a reaccionar automáticamente, a ciegas, influenciados por circunstancias y acondicionamiento. Sin embargo la atención plena nos ayuda a fijarnos en nuestros impulsos antes de actuar, y por lo tanto nos da la oportunidad de decidir si debemos actuar y cómo debemos de actuar.
Según las enseñanzas tradicionales del Budismo, cada momento mental contiene una intención. Quiere decir que nuestras elecciones tienen un trasfondo extraordinariamente sutil. Pocos de nosotros mantenemos nuestros cuerpos quietos al menos de que estemos meditando o durmiendo. Cada uno de los movimientos constantes de nuestros brazos, manos y piernas está precedido por impulsos volitivos, casi siempre desapercibidos. Las intenciones están presentes aún en decisiones minúsculas y generalmente ignoradas como a qué le prestamos atención o a cuál pensamiento le damos seguimiento. De la misma manera que las gotas de agua terminarán llenando una tina, así también la acumulación de muchas elecciones moldea las personas que somos.
Nuestras intenciones–percibidas o desapercibidas, obvias o sutiles– contribuyen o a nuestro sufrimiento o a nuestra felicidad. El jardín que cultivas depende de las semillas que plantas y el agua que riegas. Mucho tiempo después de que se comete una acción, los rastros y el ímpetu de las intenciones que estaban tras la acción funcionan como una semilla que acondiciona y moldea nuestra felicidad o infelicidad. Si cultivamos intenciones de codicia o de odio, el sufrimiento que conllevan brotará tanto en el momento en que seguimos esas intenciones como en el futuro por medio de hábitos dañinos, tensiones y memorias dolorosas. Pero si nutrimos intenciones de amor y generosidad, la felicidad y la receptividad que corresponden a su naturaleza serán más frecuentes en nuestras vidas en el futuro.
Algunas de nuestras acciones voluntarias en realidad obstaculizan el despertar de nuestra consciencia. Un ejemplo de ello sería la mentira intencional. El temor de ser descubiertos, causa la necesidad continua de mentir de nuevo para tapar la primera mentira, y la evasión de la verdad refuerza la preocupación y la ansiedad mental, lo cual daña el progreso de liberar la mente.
Una función importante de la atención plena es la de ayudarnos a comprender las consecuencias de nuestras acciones a corto y largo plazo. La comprensión contribuye a que nuestras decisiones sean más sabias que las que hubiéramos tomado solamente en base a nuestros gustos y preferencias. Tener un sentido realista y bien informado de las consecuencias de nuestras acciones asegura que las buenas intenciones no se conviertan en intenciones ingenuas o simplistas. La atención plena también nos ayuda a reconocer cuáles decisiones apoyan nuestra vida espiritual y cuáles son contraproducentes.
Podemos aplicar el conocimiento de nuestras intenciones a la práctica de la atención plena de diversas maneras. Quizás el más importante es el de reflexionar cuidadosamente sobre nuestras intenciones profundas. ¿Cuál es el deseo más íntimo de tu corazón? ¿Qué es lo que más valoras o cuál es tu más alta prioridad? Si aplicas la práctica de la atención plena a los aspectos profundos tendrá un resultado diferente que si lo aplicas a preocupaciones superficiales. Si un comerciante inicia la práctica de la atención plena solamente con la intención de reducir su estrés para superar a otros comerciantes sembrará semillas muy distintas que una persona que medita con el objetivo de desarrollar su sentido de compasión y servicio para los demás. Cuando el esfuerzo por lograr la atención plena está alimentado por la codicia, este mismo esfuerzo fortifica la tensión y la insensibilidad de la codicia. Cuando el esfuerzo está alimentado por el amor bondadoso, entonces se estimula la sensibilidad y la receptividad del amor bondadoso.
Yo considero que la práctica diaria de la meditación sentada es de supremo beneficio. Pero creo que tiene aún más provecho dedicarle un espacio todos los días a la reflexión sobre nuestras intenciones más profundas. Cuando llevamos una vida muy ocupada es fácil olvidar nuestros valores y motivaciones fundamentales. Si hacemos el esfuerzo por recordarlos permitimos que nuestras decisiones estén informados por ellos. Además, cuando miramos más allá de los anhelos y las aversiones superficiales de nuestra mente y examinamos las inclinaciones más profundas podemos aprovechar la poderosa inspiración y motivación que nos brindan. Por ejemplo, en una ocasión hice el esfuerzo de reflexionar sobre mis intenciones en todos los quehaceres diarios, con la intención de aplicar las intenciones más profundas a cada una de ellas. Aún las actividades más mundanas como el ir de compras a la tienda se convirtieron en una oportunidad para fortalecer la intención de conectarme con otros seres humanos de manera cariñosa y compasiva. Esta práctica tan sencilla me ofreció enorme felicidad.
Otra manera de incluir las intenciones en nuestra práctica espiritual consiste en pausar brevemente antes de cualquier actividad, dándonos tiempo para examinar nuestras intenciones. El conocer nuestra intención después de haber actuado es valioso pero es como parar un balón después de haberlo lanzado. La dirección y la velocidad ya se han determinado.
Una actividad valiosa consiste en investigar las intenciones que están tras las actividades y decisiones importantes relacionadas al empleo, las relaciones interpersonales, y los pasatiempos. ¿Cuáles son nuestras motivaciones y que tienen que ver con nuestras intenciones más profundas? De manera parecida podemos investigar las intenciones en cuanto a asuntos menores como lo que comemos, cuánto comemos, cómo conducimos un automóvil, qué libros leemos y qué vemos en la televisión. ¿De qué manera estamos afectados por el temor, la aversión, la soledad, o la adicción? ¿Tomamos decisiones en base a la generosidad y el trato sabio para nuestros propios cuerpos y nuestro ser? Las motivaciones diversas no son necesariamente malignas pero se distinguen por las consecuencias que generan.
Intentar analizar todas nuestras intenciones puede ser abrumador. Por lo tanto es mejor enfocar con más detalle sobre una sola actividad. Por ejemplo, podrías pasar una semana reflexionando sobre tus intenciones relacionadas al alimento, el ir a las tiendas o la limpieza del hogar.
Posiblemente una de las aplicaciones más significativas de la atención plena de las intenciones tiene que ver con el habla. Muchas veces hablamos sin la más mínima reflexión. El poner atención a las múltiples motivaciones detrás de nuestras palabras nos provee una vista poderosa para examinar el corazón. Es rara la vez que nuestras conversaciones funcionan solo para presentar información o para expresar afecto. Las palabras están muy ligadas a nuestra auto-imagen, a como nos gustaría que otros nos vieran, y a nuestros anhelos y temores. El lograr distinguir entre intenciones sanas y dañinas puede proveer un criterio sabio para determinar cuándo debemos hablar y cuándo debemos guardar silencio. Nuestras palabras pueden apoyar o minar nuestra vida espiritual de gran manera.
La atención y la intención son bases fundamentales de la práctica espiritual Budista. No quiere decir que el Budismo exige un esfuerzo sin fin de auto-monitoreo. La preocupación constante por nuestra persona puede ser agotadora y egoísta, más no así cuando practicamos estar conscientes. Entre más claridad y más sabiduría adquirimos en cuanto a nuestras intenciones más nos comprendemos, más calmados nos sentimos y mejor podemos actuar para el beneficio de los demás.
Seguir el camino de la atención plena hasta el fin-es decir, hasta la cesación del sufrimiento y la liberación-requiere mucha dedicación. Entre más sabios somos en cuanto a las intenciones que motivan nuestra práctica espiritual, más beneficio tendrá este gran esfuerzo.
Que comprendas con sabiduría las intenciones del corazón y que la comprensión sirva para aliviar el sufrimiento por doquier.