Capítulo 17: Convirtiéndonos En Naturalistas
Así como una abeja extrae el néctar de una flor
Y se va sin causarle daño a su color o su fragancia,
De igual manera el sabio debe andar por este mundo.
Dhammapada 49
Por medio de la atención plena aprendemos a estar presentes con las cosas tales como son. Cuando lo hacemos es de mucho provecho asumir la actitud de un naturalista. Un naturalista simplemente observa la naturaleza sin intervenir ni imponer su punto de vista. Si un lobo devora un venado el naturalista simplemente observa sin imponer juicio alguno. Si una flor hermosa brota de una planta el naturalista resiste el impulso de cortarla y llevarla a casa.
Durante la meditación nos observamos de igual manera que un naturalista observa la naturaleza: sin reprimir, negar, agarrar defender o entrometer. Observamos nuestra tristeza, depresión, temor, alegría, felicidad, dolor y placer directamente. El naturalista asume una perspectiva de respeto por lo que observa. La palabra “res-peto” es un sinónimo apto para la práctica de la atención plena porque su significado etimológico literal es “mirar de nuevo.”
Muchas veces complicamos las observaciones que tenemos de nosotros mismos cuando tomamos las cosas personalmente. Lo que experimentamos o sentimos lo relacionamos con lo que somos o con nuestra identidad. Claro que muchas cosas pesan emocionalmente sobre nuestras vidas: la tristeza y el gozo, los problemas y la buena fortuna, las emociones y los pensamientos de toda especie. Pero cuando tomamos estas experiencias personalmente permitimos que nos definan. Por ejemplo, si siento ira hago la conclusión que “yo soy una persona iracunda.” O, una acción generosa de mi parte me hace concluir que “soy una persona generosa.” O si recibo un rechazo considero que “soy una persona mala.” La tendencia de tomar las cosas personalmente parece natural y de poca consecuencia. Pero en realidad complica innecesariamente nuestra relación con la realidad. Empezamos a confundir nuestras percepciones con nuestro sentido de identidad, nuestra auto-imagen y las expectativas personales.
Desde la perspectiva naturalista no estamos observando “mi ira” ni “mi generosidad.”Más bien observamos “la ira” o “un impulso generoso.”Este cambio de perspectiva puede ser de gran beneficio especialmente cuando se trata del dolor físico. Cuando lo tomamos muy personalmente, “mi dolor” fácilmente conduce a sentimientos pesados de responsabilidad, de agobio y de embrollo con el dolor. Cuando lo vemos como “el dolor” es más fácil permanecer libres de la aflicción y más ligeros en nuestro sentir.
Otra forma en que complicamos nuestras vidas ocurre cuando le asignamos un valor de bien o mal a nuestras experiencias. Para el naturalista no hay experiencias malas o buenas. El mundo natural simplemente se desenvuelve tal como es. Cuando practicamos la meditación de la atención plena no necesitamos juzgar nuestras experiencias como si fueran malas o buenas. Simplemente observamos las cosas como son y cómo se van desenvolviendo.
Al cultivar una perspectiva naturalista desarrollamos nuestra capacidad para ser personas “no-reactivas.” Desde la perspectiva “no-reactiva” es más fácil explorar cómo reaccionar sabiamente bajo cualquier circunstancia. Una vez que vemos y analizamos alguna situación con claridad, puede que concluyamos que es necesario involucrarnos. Por ejemplo, el naturalista puede decidir que necesita arrancar una planta que está destruyendo el sistema ecológico. De la misma manera, cuando observamos con calma nuestra ira o nuestra codicia, podríamos tomar la decisión de desarraigarlas.
Debido a que los seres humanos poseemos facultades maravillosas que nos permiten observar y reflexionar, podemos observar y a la vez, ser objeto de observación. Podemos ser tanto el naturalista como la naturaleza. Somos la naturaleza observándose a sí misma. Por medio de nuestra capacidad para ver las cosas claramente, somos la naturaleza que se libera a sí misma.