Capítulo 21: Metta
Que todos los seres sean felices.
Que vivan seguros y gozosos.
Todos los seres vivientes,
Débiles o fuertes,
Altos, corpulentos, medianos o pequeños,
Conocidos o desconocidos, cercanos o distantes,
Ya nacidos, o por nacer,
Que todos sean felices.
Verso del Metta Sutta – Sutta Nipata I.8
La palabra metta, que comúnmente se traduce como amor bondadoso, es una de las prácticas más importantes del Budismo. Esta palabra tiene sentidos diversos y profundos. Significa simpatía, buena voluntad, hermandad, compañerismo, y amigabilidad. Dicho simplemente, metta es el anhelo sincero por el bienestar de uno mismo y de todos los seres. Al describir metta, el Buda utilizó la analogía del cuidado y la atención que le brinda una madre a su hijo único. El amor bondadoso está muy próximo al corazón cuando el corazón se suaviza y se identifica con la felicidad y la tristeza del mundo.
El amor benevolente también se refleja en la amigabilidad que manifestamos como consecuencia natural de un corazón abierto. No es coincidencia que la palabra pali mitta, que significa amigo, es similar a metta. Pero metta es más que una amistad convencional, pues incluye tener el corazón abierto aún con los enemigos, cultivada quizás por la comprensión de que compartimos la misma humanidad.
La práctica de metta consiste en el desarrollo de nuestra capacidad para manifestar amor y bondad. Metta no tiene que ver con generar pensamientos positivos hacia otros ni la auto-imposición de una actitud positiva artificial. Ni siquiera es indispensable sentir amor ni bondad durante la práctica de metta. Más bien, meditamos sobre nuestras intenciones, tan fuertes o débiles que sean. Fundamentalmente, la práctica del amor benevolente consiste en la expresión de nuestros deseos por el bienestar y la felicidad de nosotros mismos y de los demás.
Con la práctica de metta regamos las semillas de nuestras intenciones benevolentes así como el agricultor irriga sus campos. Cuando cultivamos las intenciones sanas en vez de las dañinas desarrollamos las tendencias sanas en nuestro ser. Si las semillas no reciben agua no crecerán. Cuando las regamos regularmente con nuestra práctica, crecen, a veces de manera inesperada. De este modo se puede dar el caso que el amor bondadoso se convierte en la motivación imperante en una situación que antes nos hubiera provocado ira o temor.
El reconocimiento y la expresión de la buena voluntad tienen el efecto de suavizar nuestro corazón. A veces evoca sentimientos de amor, ternura y calidez. En otras ocasiones cuando el corazón se suaviza surgen emociones difíciles y dolorosas que han estado enterradas. Una de las funciones importantes de la práctica del amor universal benevolente es el de permitir que estas emociones salgan a la superficie a su debido tiempo.
Cuando se nos hace difícil expresar intenciones bondadosas con nosotros mismos y con los demás la práctica de metta nos ofrece un punto de referencia muy valioso para entender que es lo que estamos sintiendo. La ausencia del amor benevolente nos sirve como un aviso, no de que nos debemos criticar, sino que debemos tranquilizarnos y poner atención más cuidadosa a lo que verdaderamente está ocurriendo.
Las prácticas del amor bondadoso y la práctica de la atención plena se apoyan mutuamente. La práctica de metta apoya a la atención plena porque nos enseña a tener una relación amistosa y compasiva con todas nuestras experiencias, por difíciles que sean. La atención plena complementa el amor bondadoso pues la protege de que no se convierta parcial o sentimental. Metta promueve nuestras relaciones afectuosas con otros. La atención plena nos ayuda a mantener relaciones balanceadas con límites apropiados con otros seres humanos. La atención plena nos conduce a la libertad; el amor bondadoso asegura que nuestro progreso en el camino hacia la libertad no ocurra estando distanciados de otros seres.