Capítulo 25: La Perfección De La Sabiduría
La sabiduría proviene de la práctica;
Sin la práctica está perdida.
Ya que conoces estas dos formas de ganarla o perderla;
Compórtate de tal manera que crezca.
Dhammapada 282
Al Budismo con frecuencia se le considera una tradición fundamentada en la sabiduría porque las prácticas que conducen a la iluminación se apoyan y expresan una comprensión profunda de la vida. Según el Budismo, la sabiduría es una de las diez virtudes o “perfecciones” que se cultivan por medio de la práctica espiritual.
Budismo distingue entre tres tipos de sabiduría, cada una de las cuales tiene su lugar en la vida espiritual: la sabiduría adquirida por el estudio, por la reflexión, y por la práctica de la meditación.
Algunos consideran que la sabiduría está opuesta al conocimiento de los libros y por lo tanto devalúan el estudio. Pero en el Budismo el conocimiento que resulta del estudio se le respeta como un tipo de sabiduría. El estudio de las enseñanzas espirituales de maestros Budistas y de otras tradiciones constituye una base valiosa para la práctica. El estudio puede incluir clases especializadas. Tradicionalmente en estas clases se memorizan escritos budistas. Mi experiencia como maestro es que cuando les pido a los practicantes que se memoricen textos o pasajes cortos pueden ocurrir cosas maravillosas. Un pasaje memorizado se procesa en la vida de maneras sutiles y variadas aparte de nuestro conocimiento intelectual. Por ejemplo, un verso se puede aparecer en la mente en un momento oportuno ante alguna ocurrencia o alguna crisis, y nos provee una nueva perspectiva en cuanto a las enseñanzas.
La segunda forma de sabiduría es la sabiduría reflexiva. La adquirimos cuando usamos nuestra capacidad para reflexionar sobre temas importantes de nuestra vida. La reflexiónincluye, entre otras, las conversaciones con amigos, compañeros practicantes y maestros. A veces las personas consideran que la atención plena está opuesta a este tipo de reflexión pues la atención plena no es discursiva. Es decir, no se basa en el proceso de argumentación o razonamiento. Dicha actividad intelectual a muchos no les parece de carácter espiritual. Pero la tradición Budista no considera que la reflexión y la atención plena son enemigas. Cada una tiene su lugar.
Cualquier tema es legítimo para la reflexión y debate, incluso los conceptos básicos de la tradición. En la práctica Budista se le considera valioso analizar, digerir y aún desafiar enseñanzascomo las Cuatro Verdades Nobles, el Camino Noble Óctuple, la transitoriedad, el no-ser, karma y el surgimiento condicionado. Un tema tradicional importante sobre el cual los budistas también recomiendan la reflexión es el tema de la mortalidad. Hay un refrán que dice que “entre más viejos más sabios.” Esta sabiduría puede provenir de la acumulación de experiencias, pero también recibe ímpetu cuando reconocemos a ciencia cierta que la muerte se aproxima. Cuando la realidad de la muerte se hace más vívida, se convierte en una fuente de sabiduría que puede esclarecer nuestras intenciones y prioridades. En vez de ser una preocupación morbosa, la reflexión sobre la muerte puede ayudarnos a vivir nuestra vida con más serenidad, valorando las cosas de mayor importancia.
La tercera forma de sabiduría ocurre como consecuencia de la práctica de la meditación. Consiste en una nueva comprensión de la realidad que resulta del desarrollo de ciertas cualidades en la mente como la atención plena que nos permiten investigar a fondo la naturaleza de nuestra experiencia. La mayoría de personas dan por sentado sus experiencias, relacionándose solamente con las apariencias superficiales. Casi no indagan sobre el trasfondo de lo que perciben y pierden una gran oportunidad de ver más profundamente.
A medida que nos habituamos y fortalecemos la investigación no-discursiva (que capta las cosas directamente sin narrativas, historias mentales o argumentos conceptuales) que es característica de la atención plena empezamos a percatar la realidad sin ilusiones. Descubrimos entonces lo que el Budismo considera las tres características centrales de la experiencia: todas las experiencias son transitorias, ninguna de ellas ofrece un refugio satisfactorio para la felicidad duradera, y ninguna experiencia y ninguna cosa conocida por medio de la conscienciacalifica como un ser o un “yo” permanente.
La sabiduría aumenta a medida que enfrentamos estas características directamente. Empezamos a comprender cómo nuestros esfuerzos por resistir el fluir de la existencia producen sufrimiento. Empezamos a entender que la atención plena puede llevarnos a una felicidad que no depende de nuestras experiencias. Y adquirimos calma en nuestras vidas. Encontramos un espacio libre donde no tenemos ningún ser que proteger, defender o reforzar. Podemos ver nuestras debilidades y nuestros dolores sin que nos definan o nos limiten.
La perfección de la sabiduría, de la comprensión profunda, ocurre cuando ni el corazón ni la mente se apegan o resisten cosa alguna. El ver las tres características es un paso de suprema importancia para alcanzar esa perfección. Conduce a una consciencia que no se identifica ni se obsesiona ni se adueña de las experiencias. La mente y el corazón permiten que las experiencias residan y pasen por nosotros tales como son. Desde esa posiciónpodemos decidir de manera más sabia cómo actuar, qué posturatomar, cuándo debemos tomar partido, y cómo debemos decir lo que es necesario en cualquier circunstancia. El arte de vivir vidas liberadas consiste en aprender a hacer lo que nos corresponde sin que la mente o el corazón se contraigan o se tensen. En Miércoles de Cenizas el poeta Anglo-Americano T. S. Eliot expresa esta sabiduría hermosamente: “Enséñanos a que nos importe y a que no nos importe.”Importarnos y no importarnos la vida a la vez. No tiene que ser lo uno o lo otro.
A veces no nos imaginamos que hay alternativas que nos permiten evitar poner las cosas en oposición. El estudio, la reflexión y la meditación fortalecen la práctica de la atención plena. Nos ayudan a alcanzar la liberación y a traer armonía a nuestras vidas y a la vida de los demás.