Capítulo 32: Respondiendo A Las Tragedias
No se le considera noble
Al que le hace daño a los seres vivientes.
Al que no le hace daño a los seres vivientes
Se le considera un noble.
Dhammapada 270
Las enseñanzas centrales del Budismo son tanto realistas como optimistas. Son realistas porque reconocen con absoluta honestidad y constancia el sufrimiento y la violencia que caracteriza al mundo tanto en los tiempos del Buda como en nuestra época. El optimismo Budista proviene del reconocimiento de que existe un potencial humano para aliviar el sufrimiento y ponerle fin a la violencia. Según el Budismo todos podemos extraer de nuestro corazón las fuerzas venenosas de la codicia, el odio y la ilusión y los podemos remplazar con la paz, el amor bondadoso y la compasión. En la práctica Budista es importante ser tanto realistas como optimistas. El realismo por si solo produce desespero. El optimismo por si solo oculta los fundamentos de la práctica spiritual.
Cuando enfrentamos tragedias inconcebibles, o la violencia y el odio, se requiere que reconozcamos con sinceridad nuestro temor, nuestra confusión y nuestra ira. El temor que no admitimos produce más temor, la confusión que no reconocemos genera más confusión, y la ira que rehusamos confrontar engendra más ira. Si aplicamos la atención plena a las tres aprendemos a liberarnos de su poder.
Este es un proceso lento y paulatino. Pero vale la pena. Entre más libres somos más habilidad tenemos para organizar nuestras vidas según nuestros mejores valores e intenciones. La intención de ser una persona bondadosa, compasiva, servicial, feliz y libre es de las cualidades más preciosas que tenemos los seres humanos.
Estas cualidades no son lujos. No son opcionales. Tenemos que acudir a ellas cuando respondemos a los gritos de socorro del mundo circundante. El optimismo del Budismo implica que podemos tener un verdadero impacto en el mundo. Nuestros pensamientos, nuestras palabras y nuestras acciones amorosas, empáticas y cariñosas son necesarias para contra-restar las fuerzas del odio, la violencia y el desespero. Nuestros esfuerzos por encontrar la paz interior pueden servir de ejemplo para las personas que no conocen o creen en la posibilidad de encontrar un cambio saludable en su vida.
La historia del Budismo ofrece muchos ejemplos de la influencia transformadora que puede ejercer la presencia serena de un individuo. Cuando el príncipe Siddharta se sintió afligido al observar las enfermedades, la vejez y la muerte que padecían los que le rodeaban, la apariciónde un devoto muy pacífico le inspiró a una búsqueda espiritual que culminó en su Despertar como el Buda.
Uno de los incidentes históricos más dramáticos en la historia de nuestra tradición fue la conversión al Budismo del Rey Ashoka, un militar sanguinario quien en el tercer siglo a. de C. quería conquistar a toda costa la mayor parte de la India. Sus propias palabras han quedado grabadas en piedras históricas en ese país. El recuenta que estaba horrorizado por la matanza de más de 100,000 personas en uno de sus combates. En el momento preciso en que Ashoka observaba con desconsuelo el campo de batalla se cruzó con un monje Budista tan pacífico y radiante que le inspiró a pedirle enseñanza espiritual. Conmovido por su propio desespero, la serenidad del monje y las enseñanzas recibidas renunció a la conquista, la violencia y a la aplicación de la pena de muerte en su feudo. Aunque mantuvo su ejército para auto-defensa, su energía como rey se dirigió a la mejora social y espiritual de sus súbditos en vez de la guerra.
No estamos seguros que le enseñó el monje al rey pero si sabemos que el Buda tuvo mucho que decir en cuanto a la violencia y el odio. Posiblemente el monje repitió las siguientes palabras del Buda:
El odio nunca se elimina por medio del odio.
Esta es una verdad eterna.
La victoria da a luz el odio;
Los derrotados duermen atormentados.
Renunciando tanto a la victoria como a la derrota,
Los pacíficos duermen contentos.
Todos tiemblan ante la violencia:
Todos temen la muerte.
Siendo que sientes igual que los demás,
No mates ni causes que otros maten.
Todos tiemblan ante la violencia:
Todos estiman su propia vida.
Siendo que sientes igual que los demás,
No le causes daño a otros seres.
La persona que día y noche
Se deleita en no hacer daño
Y tiene amor-bondadoso hacia todos los seres,
Es el que no tiene odio por los demás.
En las enseñanzas Budistas tenemos a nuestra disposición dos respuestas saludables al sufrimiento del mundo. Una de ellas es la compasión. La compasión puede generar tremenda motivación para mejorar la condición del mundo. Yo considero que la compasión es una motivación más efectiva que la aversión.
La otra respuesta se le llama samvega, que significa “pasión por la práctica espiritual.” Cuando experimentamos el sufrimiento nos sentimos motivados a resolverlo con la práctica, y así encontramos la libertad para nosotros y los demás. Ambas respuestas contribuyen a la paz.
Que todos permanezcamos con la fe de que podemos hacer la diferencia en un mundo de dolor.