Capítulo 5: Las Tormentas De La Vida Espiritual
Por medio del esfuerzo, la atención,
la disciplina y el auto-control,
El sabio se convierte en una isla
que ningún diluvio puede abrumar.
Dhammapada 25
Sería muy inocente pensar que la práctica espiritual Budista conlleva siempre el gozo y la serenidad. Es más realista suponer que experimentemos tanto el gozo como la tristeza, la serenidad como la angustia. Si la práctica va a abordar nuestra vida en su totalidad, entonces es inevitable que practiquemos tanto en los tiempos de crisis y perdida, como en los momentos dolorosos de auto-confrontación. Desde luego que sería mejor sortear dichas pruebas con calma, gracia y sabiduría. Sin embargo, si nos auto-criticamos porque no logramos manejar los momentos difíciles con cordura, agregamos a nuestro sufrimiento y obstaculizamos el crecimiento de nuestra compasión.
Si evaluamos el crecimiento espiritual en base a la presencia del gozo y la tranquilidad tendríamos la mirada corta pues pasaríamos por alto otras cualidades espirituales que necesitamos desarrollar. Un ejemplo nos sirve de ilustración.
Imagínese dos personas alistándose a cruzar un lago inmenso en botes de remos. La primera sale en un día claro, la superficie del agua tranquila y lisa como un espejo, con una brisa suave y una corriente firme empujándola hacia adelante. Cada vez que sumerge los remos en el agua el bote surge con fuerza hacia el otro lado del lago. Remar bajo dichas circunstancias es fácil y agradable. La persona llega rápidamente a su destino y se felicitapor su admirable destreza.
La segunda persona se dispone a cruzar el lago durante una gran tormenta. Vientos, corrientes y olas poderosas van en sentido contrario al bote. Cada vez que la persona jala los remos el bote tira hacia adelante, pero pierde la distancia adquirida cuando saca los remos del agua. Por fin, después de mucho esfuerzo, logra llegar al otro lado del lago. Esta persona se siente desanimada e incompetente.
Probablemente la mayoría preferirían ser la primera persona. Sin embargo, la segunda es la que ha adquirido más fuerza y experiencia como consecuencia de su esfuerzo y por lo tanto está mejor preparada para las tormentas en el futuro.
Yo conozco a muchos meditadores que se felicitan a sí mismos por su habilidad meditativa cuando les va bien en la vida y la práctica es fácil. Conozco a otros que están llenos de dudas y de auto-críticas cuando la práctica es tormentosa. Durante un periodo de crisis y de dificultades personales posiblemente no nos sentimos espiritualmente elevados. Sin embargo, podemos lograr algo más importante: el fortalecimiento de cualidades internas que sostienen la vida espiritual a largo plazo como la atención plena, la persistencia, el valor, la compasión, la humildad, el sacrificio, la disciplina, la concentración, la aceptación y la bondad.
En la práctica Budista una de las capacidades internas más importantes por desarrollar es el conocimiento de nuestras intenciones. Nuestra intención es como un músculo. El cumplir con nuestra intención de ver con claridad y de ser compasivos aun durante tiempos difíciles es una forma importante de fortalecerlo. Lo hermoso es que aunque nuestros esfuerzos sean toscos y no logremos alcanzar una meta deseada, el músculo de la intención crece cada vez que lo usamos, especialmente si está fortalecido por la fe y la comprensión clara. A medida que nuestras motivaciones fundamentales adquieren fuerza y aprendemos a confiar en ellas, se convierten en un punto de apoyo en tiempos difíciles.
En muchas ocasiones los meditadores evalúan el éxito de su práctica según lo que sienten o lo que experimentan durante la meditación. Aunque hay múltiples tipos de experiencias que pueden jugar un papel importante en la espiritualidad Budista, la práctica rutinaria está enfocada principalmente en cultivar facultades y cualidades internas. Estos incluyen la habilidad de permanecer enfocados y la capacidad de investigar con calma lo que se nos presente ya sean circunstancias tranquilas o tempestuosas. Hay muchas cualidades y virtudes internas que se desarrollan como resultado de la atención plena y la persistencia. Estas frecuentemente están acompañadas por sentimientos de calma y de felicidad. Pero más importante que el sentimiento es la ayuda que nos proporcionan las otras cualidades mentales para permanecer despiertos y libres bajo circunstancias de felicidad y de tristeza por igual.